El evangelizador murió, pero ¡la evangelización continua!

(Tomado de “El Siervo # 164, �� Junio, 2005)

Semblanza del Diácono Evaristo Guzmán, co-fundador de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, pronunciado por nuestro Director General, don Reynaldo González, en la Misa del “primer mes”.

 

Semblanza de Evaristo

Evaristo Guzmán Hilario nació en “Las Corcobas» (paraje de Nagua), el 2 de febrero de 1945. Sus padres fueron Manuel de Jesús Guzm��n y Francisca Hilario.

Quedó huérfano de madre a los nueve años de edad y pasó muchas necesidades, pero la fe que sus padres humildes sembraron lo fortaleció. Los domingos tenía que caminar diez kilómetros de ida y vuelta a Nagua para asistir a Misa.

Vivió toda su vida en Nagua, con excepción de los dos años que pasó en el Seminario Menor de los MSC en San José de las Matas

De regreso a su pueblo natal conoció a su querida Yolanda. Se casaron el 30 de abril de1966, y formaron una hermosa familia con cuatro hijos: Evaristo Miguel, N��stor, Yoli y Joel.

Evaro comenzó su vida comercial con una pequeña tienda junto a su inseparable compañera Yolanda. “La Tienda Yoli” fue creciendo hasta llegar a ser un gran negocio, que más que vender mercancías era el refugio de todos lo que tenían problemas, convirtiéndose en un “consultorio” espiritual.

Evaristo se definía como un sencillo comerciante de Nagua y con mucha ingenuidad estaba dispuesto siempre a escuchar y aprender.

El 21 de enero de 1990, día de la Virgen de la Altagracia, fue ordenado diácono en la Parroquia de Nuestra Señora de la Altagracia, en Nagua.

Su vida personal fue semejante a una montaña rusa, con altos picos y profundos valles:

Vivió la alegría de casarse con Yolanda; el nacimiento de sus hijos; su sanación de hepatitis B; el gozo de poder servir a los hermanos a través de la experiencia de la Vida en el Espíritu y los viajes misioneros con el Padre Emiliano.

Experimentó la tristeza de ver su negocio quemado por completo; de encontrar el cuerpo del Padre Emiliano, su amigo y compañero, ya muerto; y descubrir pocos días antes de morir, que su “mieloma múltiple” -a pesar del trasplante- había hecho metástasis en órganos vitales como el hígado y los pulmones.

Evaro y el P. Emiliano

Evaristo, junto al Padre Emiliano y María Armenteros, fundó nuestra Comunidad Siervos de Cristo Vivo, el 28 de noviembre de 1982. En la primera reunión eran apenas ocho personas y hoy día somos 950 Siervos esparcidos por ocho países.

Muchos dicen que Evaro era “discípulo” del Padre Emiliano, y es la verdad. Pero es más acertado llamarle “hijo del Padre Emiliano” por las razones siguientes:

Como un buen alfarero, el P. Emiliano moldeó el talento natural y el don del Espíritu que Dios le había dado, para convertir a Evaro en un predicador extra-ordinario. Recordamos escuchar al Padre Emiliano comentar algunas conferencias que Evaristo terminaba de dar y su corrección no era la de un maestro con su alumno, sino más bien la de un padre con su hijo predilecto. Y Evaro escuchaba y crecía.

Su forma de predicar era pausada, clara, coherente y con mucha seguridad en sí mismo. A menudo hacía una pausa para asegurarse de que el pueblo estaba entendiéndole, formulándoles preguntas y escuchando sus respuestas. Nunca usó palabras complicadas, ni ideas que un sencillo campesino no pudiera entender, comunicando en todo momento su fe absoluta e inquebrantable en Dios.

Al igual que el Padre Emiliano, le gustaba contar chistes y cuentos, normalmente de su amada Nagua.

El día ocho de febrero pasado, Evaro dirigió la oración por los enfermos en una misa en la Casa de la Anunciación. Hablaba con autoridad y asombrosa precisión al identificar a los que estaban siendo sanados.

Al persuadir la gente a identificarse, Evaro usaba exactamente las mismas frases dichas por el Padre Emiliano años antes: “Si quiere, se puede ponerse de pie…”. Era como escuchar la voz del Padre, en su boca.

Tal como Eliseo fue heredero del manto de Elías, Evaro fue heredero del manto de Padre Emiliano.

La otra faceta de su relaci����n con el Padre Emiliano, fue la atención que siempre tuvo con él. Si Emiliano era “un padre” para Evaro, más todavía era Evaro “un hijo” para el Padre Emiliano. ¿Quién puede olvidar cómo Evaro explicaba exactamente la dieta del Padre, con sus gustos y preferencias?

El mismo Padre Emiliano nos dijo: «Durante todos estos años desde el ’76 hemos predicado retiros juntos en muchos países de América Latina, en Canadá, Estados Unidos y España. Le doy gracias a Dios por un compa��ero de evangelización tan valiente como Evaristo».

Cuando fue ordenado diácono el Padre Emiliano dijo: “Queremos felicitarlo en este d��a, es el primero de la comunidad en recibir el diaconado. ¡Ojalá que con el tiempo sean muchos los evangelizadores para extender el Reino de Dios!”

Evaro fue un predicador extraordinario. El Señor lo llevó por toda la República Dominicana, por Europa y América predicando que “¡Jesús está vivo!” y orando por los enfermos. Hoy, son muchos los que dan testimonio de las curaciones f��sicas y espirituales que recibieron a través de su ministerio.

Su ministerio

En las últimas semanas hemos oído los testimonios de muchas personas que nos han contado las tantas bendiciones recibidas a través de Evaristo. Ciertamente era un hombre de Dios.

Julio César Castaños

Nuestro hermano Julio César, respecto a Evaro, dice: “Nunca perdió su ardor inicial; ni se marchitó en él, el frescor de su verbo apasionado, y la radicalidad de su compromiso en Cristo. Aumentó en estatura en el dominio y conocimiento de la Palabra de Dios. Se hizo pródigo en obras; acogió todos los dones del Espíritu. Grande en las pruebas y sufrimientos. Inmenso en el perdón. De él podría decirse que pasó por este mundo haciendo mucho bien”.

Su enfermedad y muerte

Su enfermedad fue larga y dolorosa, sin embargo supo convertir obstáculos en oportunidades. El mismo nos comentó: «En estos 30 años al servicio de la iglesia������� la experiencia más maravillosa no la he vivido en los primeros 29 años, sino la he vivido ahora con esta enfermedad, porque la unión con Dios ha sido muy profunda. No podía imaginar lo que era ‘amar con dolor’, y mientras más dolor he experimentado, más amor he sentido por el Señor… jamás pensé que el Señor iba a cambiar mi predicación… pero ahora he comprendido -en medio del sufrimiento y de mi calvario que el mensaje que cambió al mundo fue el mensaje de la cruz -de ese que habla San Pablo- del Jesús Crucificado. Jesús hizo maravillas y milagros, pero el mensaje de la cruz fue el mensaje que cambio la humanidad».

Federico Núñez López

Respecto a su muerte, Federico su yerno nos comentó: “he buscado en lo profundo de mi corazón algunas respuestas que me ayuden a aceptar la voluntad de Dios ante todo este dolor. Le he pedido a nuestro Señor ser instrumento de su paz y amor para dar consuelo a mi amada Yoly, a doña Yolanda y a mis hermanos Nestor, Evaristo Miguel y Joel; y hace unos días, estando en oración, me vino a la mente lo que dice la Palabra: «Para que el grano de trigo dé frutos, tiene que morir». Entonces comprend�� porqué tenía que irse don Evaro: para que el mundo vea los frutos maravillosos que darán esas semillas de amor que el sembró en nuestros corazones”.

Exhortacion a los presentes

Hemos de recordar que Evaro era un hijo de Nagua. Nació all��, vivió allí y fue enterrado all��. Tanto su funeral, como la “misa de nueve días” (con el Santuario de la Altagracia lleno hasta las ventanas) testifican su relación con su pueblo natal, al cual amó entrañablemente.

El recuerdo mas hermoso que nos queda de Evaro es su sonrisa permanente y a toda prueba. Al levantar la cabeza, interrumpido en la oración; al entrar por la puerta de una casa; al bajar de un carro después de un largo viaje; al encontrarle en el aeropuerto, trasnochado por un vuelo trasatlántico; al compartir con los hermanos siempre nos regaló esa sonrisa.

El deseo de Evaristo era ver a nuestra Comunidad cada vez más santa y unida en el amor de Dios, por lo que los Siervos de Cristo Vivo debemos asumir nuestros compromisos comunitarios dejándonos guiar por el Espíritu Santo que nos impulsa a seguir con la mirada puesta en Jesús y proseguir la misión evangelizadora que no se detiene: anunciando que Jesús está vivo, en comuni��n con toda la Iglesia, ahora con la gu��a de un nuevo Papa, y con Evaristo y el Padre Emiliano, intercediendo desde el Cielo.

Maria Armenteros

Finalmente, conviene recordar lo que Maria Armenteros nos dijo: “como el P. Emiliano, Evaristo, fiel discípulo del misionero, se nos ha ido dejándonos el perfume de su vida consagrada, entregada generosamente a Dios y al servicio de los hermanos.

Nos da dolor el «diálogo interrumpido» con nuestro hermano, pero a la vez, nos hemos quedado con el gozo profundo que nos da la fe, de que, habiendo vivido con Cristo, muriendo con El, hoy, ya goza de la resurrección prometida por el mismo Señor. Que su ejemplo nos ayude a todos a seguir con ánimo y fidelidad en este peregrinar hacia la Casa del Padre, viviendo una profunda vida de unión con Dios y sirviendo, como lo hizo Evaro, a todos sus hijos…»

Que el grito de la Pascua esté siempre en nuestros labios y en nuestro corazón:

¡Jesús está Vivo!

Ante la muerte de Evaro, celebremos su vida haciendo lo que a él de seguro le hubiese gustado que hiciéramos:

¡Seguir evangelizando!”

El evangelizador murió, pero ¡la evangelización continua!