Muchas personas sienten que el Bautismo en el Espíritu Santo les concede una relación totalmente nueva con el Señor. Otras sienten que el Bautismo en el Espíritu y el don de lenguas las conducen por primera vez, a una verdadera oración de contemplación, más profunda y renovada.

Es cierto que el gran regalo de la Renovación Carismática es una actualización de esta relación interpersonal con Jesucristo en la oración, un inicio en la oración de contemplación. ¿Por qué?

Primeramente, el Bautismo en el Espíritu es una gracia enorme a la que sigue un derramamiento de bendiciones y dones. Muchas personas reciben el don de lenguas cuando reciben el bautismo o quizás después. El don de lenguas es, en sí mismo, un don de oración contemplativa. Recibir el don de lenguas es, pues, recibir el don de la contemplación.

Cuando se ora en silenciosa contemplación, la persona sencillamente se queda sin palabras, o con muy pocas, en la presencia del Señor, mirándole en fe. No se tienen muchas cosas que decirle, ni tampoco ningún pensamiento o idea en particular.

Solamente se está mirando al Señor amorosamente mientras El también nos mira. Se lo está contemplando en silencio.

La oración está en el corazón

Lo mismo sucede cuando se ora en lenguas. No se tienen ideas o pensamientos específicos. No se entiende lo que se está diciendo o cantando en lenguas. Cuando esto sucede, no se habla ni se canta en ningún idioma, al menos en la mayoría de los casos. En análisis científicos de cintas grabadas con oraciones en lenguas, nunca se ha detectado la estructura de ningún idioma. Cuando se ora en lenguas, lingüísticamente se está hablando o cantando incoherentemente. El significado no está en los sonidos emitidos como si fueran palabras que representan ideas. El significado de la oración en lenguas está en el corazón.

Cuando se ora en lenguas, simplemente se mira al Señor en fe y se le canta con sílabas que no tienen ningún significado en especial, tal como hace un bebé cuando balbucea a su padre o a su madre. El niño le comunica algo, pero no son ideas en particular. Y la madre lo entiende, le agrada y le responde. Al orar en lenguas somos como un bebé, mirando al Señor con amor, alabándolo, pidiéndole o agradeciéndole de una manera general y expresándole lo que está fuera de cualquier idioma.

La oración en lenguas es contemplación vocal. Cantar en lenguas es contemplación cantada. Puedo contemplar al Señor en silencio o en voz alta.

¿Por qué orar en lenguas?

Cuando me dispuse (dice la hermana Lucy) a escribir mi parte en este artículo, me senté a los pies del Señor a preguntarle sobre qué debía escribir, y a orar por todos aquéllos que iban a leerlo. De repente, comencé a orar en lenguas y me mantuve quieta mirando al Señor en fe. Alguien escribió una vez: “¿Por qué los carismáticos católicos oran en lenguas?… Porque no saben cómo ni qué pedir mediante las palabras». Eso es cierto. Dice san Pablo:

“Además, el Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad porque no sabemos qué pedir ni cómo edir en nuestras oraciones. Pero el propio Espíritu ruega por nosotros, con gemidos y súplicas que no se pueden expresar. Y Dios, que penetra los secretos del corazón, escucha los anhelos del espíritu.”
– Romanos 8, 26- 27

Cuando no se sabe qué decir o qué preguntar o cuando una situación está fuera de mi alcance - y especialmente cuando entiendo algo de la santidad de Dios - y no encuentro las palabras adecuadas, oro en lenguas, pidiéndole al Espíritu Santo que está dentro de mí que acoja para sí el significado de mi oración.

Algunas veces la oración en lenguas viene espontáneamente y canto amorosamente y con admiración. Otras veces comienzo deliberadamente a orar en lenguas. Es cierto que la oración en lenguas está siempre bajo nuestro control, aun cuando sea espontánea. Es un regalo extra del Señor para nuestra oración.

En mi experiencia como director espiritual (escribe Padre Faricy) que el don de lenguas es la más grande y sencilla ayuda hacia la oración de contemplación. La razón es que recibir el don de lenguas es recibir el don de la oración de contemplación. Así, pues, cuando una persona recibe el don de la contemplación vocal, la oración en lenguas, esa persona generalmente encuentra que la contemplación silenciosa es más fácil y más atractiva.

Existe una relación entre la oración en lenguas y rezar el rosario, ya que podemos contemplar los misterios de la vida de Jesús a la vez que rezamos el “Ave María”. Cuando rezo el rosario, medito, los misterios; lo que quiere decir que miro, que contemplo a Jesús o a su Madre en esos diferentes misterios. Digo las palabras, pero mi atención está en el Señor a quien estoy mirando. La oración en lenguas es similar; no le pongo atención a las sílabas que digo porque estoy mirando al Señor, lo estoy contemplando.

Muchas personas que poseen este don comienzan su oración personal diaria con un pequeño tiempo, quizás de 30 segundos o algunos minutos de oración en lenguas. De esa manera se ponen en la presencia del Señor y se mantienen así, silenciosamente, en oración contemplativa. La función principal del don de lenguas no es, como muchos suponen, para ser utilizado en grupos de oración o en conferencias. Es para uso en la oración personal. (1 Corintios 14, 2-4)

Para recibir este don

¿Cómo puedo recibir el don de lenguas? Si este don no es solamente para el grupo de oración ni sólo para los bautizados en el Espíritu Santo y si me va a ser útil en mi oración personal y me ha de conducir al Señor, entonces yo lo deseo. ¿Cómo lo puedo obtener? De ninguna forma técnica. ¿Entonces? Pidiéndoselo al Dador.

Puede invitar a varias personas que tengan el don de lenguas para que oren en lenguas por usted. Luego, mirando al Señor en fe, hable o cante algunos sonidos al Señor. Deje que fluyan libremente.

De igual manera, diríjase a un lugar donde pueda estar solo. Póngase de rodillas y pídale al Señor que le conceda el don de lenguas. Luego, con la fe puesta en El y en su Bondad, mírele con los ojos de la fe. Abra su boca. Comience a cantar y a decirle sílabas, como un bebé que aún no ha aprendido a hablar. Si se encuentra orando, eso es el don de lenguas. La molestia que pueda sentir es su orgullo que se resiente; se le pasará.

Luego termine agradeciéndole al Señor por este magnífico don de oración que le ha regalado.

Extraído de “New Covenant”
Escrito por: P. Robert Faricy, S.J.

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