“Ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor. Gracias, Dios, por darme esa misma alegría de los apóstoles de tenerte entre mis manos” (P. Luis Sevilla).
En menos de dos meses, nuestra Comunidad Siervos de Cristo Vivo ha vivido dos acontecimientos muy especiales: José Bernardo Díaz y Luis Alberto Sevilla Hincapié (Lucho) fueron ordenados como presbíteros, sacerdotes al servicio del Reino y del pueblo de Dios.
En estos tiempos, en que vivimos la alegría de aspirar a la santidad, según el deseo del papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate, estos dos acontecimientos suponen dos torrentes de regocijo para la CSCV.
El P. José Bernardo Díaz se ordenó el 30 de junio en la Concatedral de San José, en Prospect Heights, Diócesis de Brooklyn. Por su parte, nuestro hermano de comunidad Lucho recibió la ordenación sacerdotal el 4 de agosto (memoria de san Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes) en la Catedral Basílica Menor de Santa Marta, Colombia.
José Bernardo Díaz, presbítero
El P. José Bernardo es hijo de Raisa Díaz (miembro del Consejo General de la CSCV). A él lo conocí en los años en que viví en Nueva York. José Bernardo, junto a su hermana Josaira, eran quienes dirigían el grupo de jóvenes Chosen (Elegidos) en la Casa de la Anunciación de Brooklyn. La comunidad estaba muy activa en su asamblea de oración, pero veía la necesidad de tener un grupo de jóvenes. La responsabilidad de iniciar el grupo juvenil recayó en José Bernardo y en Josaira, quienes por años condujeron el grupo con mucho entusiasmo.
Como servidores tenían muchas inquietudes sobre el ministerio juvenil. Recuerdo que me invitaron a su casa para tener una lluvia de ideas sobre cómo dinamizar aún más el grupo. Se prepararon actividades, entre ellas un primer curso Felipe para jóvenes en la Casa de la Anunciación. Prediqué sobre el amor de Dios; y José Bernardo, sobre el Espíritu Santo. Nunca olvidaré su predicación en spanglish: llena de poder, con un estilo atractivo para los jóvenes, usando su mismo lenguaje, su sentido de humor, su actitud reflexiva a la vez que la fuerza de la convicción de su testimonio. A ese curso llevé a una amiga dominicana que estaba de visita en Nueva York. Ella me expresó que quedó sumamente impactada por la prédica de José Bernardo.
Como él también formaba parte de los jóvenes del Centro Carismático del Bronx, me invitó en un par de ocasiones a predicar en los retiros de jóvenes del Centro. Ahí evidencié el liderazgo de José Bernardo entre los jóvenes carismáticos.
Más tarde me enteré, con alegría, de que sentía el llamado a la vida sacerdotal, después de tomar clases de Teología en la Universidad franciscana de Steubenville, Ohio.
Pero José Bernardo no siempre fue un joven de fe. Raisa misma nos ha contado de sus desvelos de oración pidiendo por mucho tiempo la conversión de este hijo. El propio José dice: “El problema era que mis prioridades estaban en el orden equivocado… Estaba más enfocado en la popularidad y los noviazgos que en cualquier otra cosa en la vida… No estaba caminando por el camino correcto. Estaba viviendo según la gente que me rodeaba, pero no a la manera de Dios”. Una amiga lo invitó a un retiro kerygmático, y según él: “Cambió mi vida, ya que tuve un encuentro profundo y personal con Jesús… Me sentí amado, no de una manera cursi, sino un sentimiento poderoso dentro de mi corazón… También comencé a recibir los sacramentos con fervor… A partir de ese momento dediqué mi vida completamente a convertirme en un discípulo de Jesús”.
José Bernardo piensa que mucho de su discipulado y de su vocación se lo debe a la Comunidad Siervos de Cristo Vivo. En diciembre pasado escribió una sentida carta a nuestra CSCV en donde decía: “El padre Emiliano es mi ejemplo de sacerdocio… Sigo contando con sus oraciones… Los quiero mucho… Mami me dijo que muchos de ustedes escribieron y estaban preguntando por mí. Les quiero decir que agradezco su amor por mí. Ustedes están en mis oraciones. Pido que el Señor siga usando a cada uno de ustedes para traer más almas a los pies de Jesús. ¡Dios los bendiga a todos!”.
Luis Alberto Sevilla, presbítero
El P. Luis Alberto Sevilla es miembro de la Casa de la Misericordia, de la CSCV de Santa Marta, Colombia.
Llegó a la Casa de la Misericordia en el año 2000, siendo muy joven: la casa de oración necesitaba de alguien que pudiera trabajar como celador. Su tía, María Hincapié, miembro de nuestra comunidad lo sugirió para ese trabajo. Muy pronto se ganó el cariño de todos en la comunidad, pues se destacó por su humildad, su sencillez, su trato amable, su espíritu servicial y sus deseos de aprender de Dios.
En la Casa de la Misericordia no se limitó a su trabajo, sino que pronto se lanzó a la adoración y a la evangelización, participando en las distintas actividades de la CSCV. Hizo su proceso de formación para incorporarse a la comunidad. Trabajó con los jóvenes, en retiros, en cursos, en las oraciones, en las Eucaristías, en el programa de TV, en cualquier ministerio en donde era requerido.
Cada vez que yo iba a Santa Marta, siempre me recibía con un cariño singular. Lo empecé a admirar como modelo de un Siervo de Cristo Vivo. Lucho (Luchito) provenía de un origen muy humilde, vulnerable. El Espíritu Santo, a quien empezó a amar, fue operando en él una transformación en Cristo que lo llevó a ser un apasionado de Cristo con un gran celo por la evangelización.
Recuerdo que, en uno de mis viajes a Santa Marta, fui invitado a predicar a los estudiantes de muchos colegios. No dudé en pedir a Lucho para que fuera mi compañero de predicación. Hablaba con una fuerza de Dios que calaba profundamente en el corazón de los jóvenes, provocando en ellos mucha sanación interior.
Más tarde me expresó su deseo de ser sacerdote. Fue una conversación que me dio mucha alegría: era evidente su especial llamado a la santidad a través de la vocación sacerdotal. Intentó ingresar en una comunidad religiosa, infructuosamente. Pero los caminos de Dios, aunque misteriosos, siempre se abren a quien ama su voluntad: afortunadamente fue aceptado en el seminario diocesano.
Como seminarista, se destacó por su espíritu siempre dispuesto. Sus formadores confiaban en él. En una ocasión consiguió que me invitaran a predicar a los seminaristas. Aquel fue un día inolvidable para mí.
Hoy Lucho es el padre Luis Sevilla, primer miembro de nuestra comunidad en ser ordenado presbítero. Poco antes de su ordenación de manos de monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, obispo de la Diócesis de Santa Marta, Luchito le escribió a nuestra fundadora María Armenteros una carta entrañable. Entre otras cosas, decía: “Estamos de fiesta por esta gracia que el Señor regala a la comunidad. Siento gran alegría, emoción, felicidad en mi corazón. Pido al Sagrado Corazón de Jesús ser humilde para poder conocer los sentimientos de su Corazón, para poder amarle y dejarme amar por él… La Comunidad Siervos de Cristo Vivo en ese día tan especial será sumergida en el cáliz para que el Sagrado Corazón nos haga instrumentos de su amor y misericordia… Que mi padre Emiliano Tardif desde el cielo nos bendiga…”.
Gratitud
Nuestra CSCV se alegra con estos dos nuevos pastores vinculados a nuestra espiritualidad. El P. José Bernardo ya celebró su Eucaristía con la Casa de la Anunciación de Brooklyn. Y el P. Luis Sevilla ya la celebró en la Casa de la Misericordia de Santa Marta. Por ellos damos gracias. Les pedimos su bendición sacerdotal. Y hacemos nuestro ese deseo en la oración de santa Teresita del Niño Jesús que Lucho escogió para su invitación a su ordenación: “¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad! Amén”.
Yuan