¿A dónde quedó el corazón del hombre?

Cuando en el devenir de nuestro tiempo, el hombre comenzó a caminar sin Dios, dejó el corazón… allí dejó a Dios.

Se hizo acompañar desde ese momento de la indiferencia y del relativismo que pone a su criterio por encima de su conciencia, y le hace rechazar o aceptar solo aquello que él considera que le agrada, le va bien, le gusta, le conviene, lo entretiene, le da prestigio, placer, dinero, comodidad, posición….

Y todo esto lo conduce de manera gradual, pero sostenida, a ir desfigurando, deformando y despedazando su verdadera identidad como ser humano, no reconociendo ya su propio valor interior; ese que dejó atrás cuando comenzó a caminar sin Dios, allí donde quedó su corazón.

El corazón del hombre está guardado en el Corazón de Cristo, y al dejar a Cristo atrás, el hombre se quedo sin amor. Ese Amor que es fuente de su verdadero ser, sello de su verdadera identidad, realización plena de toda felicidad, que es la expresión perfecta de todos los valores humanos.

El Corazón de Jesús, expresión plena de los sentimientos del Padre por cada ser humano, no es una imagen, no es una devoción mas, es “el amor de Dios encarnado, es la manifestación del amor de Dios en Jesucristo, con su corazón humano, su Corazón abierto para todos” (Padre Chevalier).

Los males de nuestros tiempos, son productos de que el hombre no ama con el amor de Dios; solo usa las cosas según su propia conveniencia, según le señale su propio egoísmo. Se ha convertido en medida de si mismo.

El remedio a los males de nuestro tiempo, está en el Corazón de Jesús, punto de contacto con nuestra realidad interior, donde somos amados y aprendemos a amar. En el Corazón de Jesús conocemos el amor que Dios nos tiene y aprendemos a creer en él (I Jn. 4. 16).

Permitamos que ese amor de Dios expresado en el Corazón de Jesús, se encarne en cada uno de nosotros, así nuestra conciencia movida por el amor que ha sido derramado en nuestros corazones, sabrá hacer elecciones de amor, del amor verdadero que nos habita, sabe reconocer en el otro a su hermano, se sacrifica, da lo mejor de sí, sabe perdonar, busca el bien del otro, y que siempre tendrá a Dios como el eje alrededor del cual gira su vida. Así tendremos un mundo mejor, una iglesia mejor, una sociedad mejor, una familia mejor, una patria mejor.

Ataquemos al mal en su raíz cambiando nuestros corazones, abramos los ojos y el corazón de los demás a este Amor expresado en el Corazón de Cristo con el testimonio de nuestras vidas, porque:

Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en el, (I Jn. 4. 16).

Sor María Teresa López M.S.C
Casa del Pobre Divino Niño Jesus.
www.casadelpobre.org

Empieza a escribir y pulse Intro para buscar