El Siervo # 213San Francisco de Asís

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La Transformación en Cristo

La tercera dimensión de nuestra Espiritualidad Comunitaria – y quizás la que más nos cuesta aplicar a nuestra vida personal – es la transformación en Cristo. En las páginas siguientes desarrollamos cinco “metas” de esta dimensión, ilustrándolas con ejemplos de la vida de San Francisco, cuya fiesta celebraremos el 4 de octubre. La Comunidad Siervos de Cristo Vivo toma como Patrón a San Francisco de Asís por su espíritu de oración y de paz, su afán de predicar el evangelio, y por el anhelo de reflejar a Jesús.

Introducción

La vida nueva en el Espíritu es fruto de la transformación en Cristo y, a la vez, la transformación en Cristo es fruto de la vida nueva en el Espíritu. En el fondo, vida nueva y transformación se identifican. Ambas provienen del Espíritu. Ambas son presencia viva de Cristo. Ambas son anuncios del evangelio, y evangelio vivo.

La primera finalidad de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, según los Estatutos (1. 4. 1) es “la búsqueda de una relación personal con Jesús en la Eucaristía, a través de un esfuerzo de cada Siervo, en la contemplación, para llegar a una transformación en Cristo”. Y cuando los Estatutos hablan de las características del Siervo (3. 3. 1) dicen: “Cada Siervo tratará de llevar una profunda vida en el Espíritu, consciente de que la transformación nos viene por la acción del Espíritu Santo”.

Por tanto cada Siervo se compromete a aspirar consciente y permanentemente a que toda su vida se vaya transformando radicalmente, es decir, desde sus raíces, hasta llegar a ser, aún en medio de la inevitable debilidad y pobreza nuestra, una presencia viva de Cristo por la acción del Espíritu Santo.

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Meta # 1:

Ser un siervo de todos

En Samaná, en noviembre de 1982, el Señor nos habló claramente: “Yo no los llamo ‘siervos’ como el concepto que tiene el mundo. El siervo para el mundo es un hombre-esclavo. Es un hombre que es siervo por el egoísmo de los demás. Pero el Siervo de Cristo Vivo es un siervo que se ha hecho esclavo voluntariamente. Es siervo por amor, que no es lo mismo. Por eso, no separen la palabra ‘siervo’ de la nomenclatura ‘Siervos de Cristo Vivo’”.

Hay que entender que no quisiéramos menospreciar el título de “amigo” ofrecido por el Amigo que nos había dado a conocer todo lo que había oído de Su Padre (cf. Juan 15, 15); pero con San Agustín, decimos: “Tú puedes llamarme amigo, yo me reconozco siervo”. Estamos voluntariamente haciéndonos esclavos. No rechazamos el honor de ser llamados amigos, pero preferimos elegir un honor más grande todavía: de ser siervos de Él, que vive para siempre. ¿Hay algo más grande que servir al Dios vivo?

Ejemplo de Meta # 1

En la vida de San Francisco Nadie se apropie la prelacía (El cargo superior)

“No vine a ser servido, sino a servir”(cf. Mt 20, 28), dice el Señor. Los que han sido constituidos sobre otros, gloríense de tal prelacía tanto como si estuviesen encargados del oficio de lavar los pies a los hermanos. (Avisos Espirituales 4).

Si bien era el más eminente de los hermanos, nombraba como guardián y señor suyo a uno de los hermanos que con él vivían, y le obedecía humilde y puntualmente para apartar de sí cualquier motivo de soberbia. Este santo se humillaba entre los hombres hasta la tierra; por eso, el Señor lo elevó en el cielo entre sus santos y elegidos. (Anónimo de Perusa 37)

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Meta # 2:

Como reflejo de la presencia viva de Jesucristo en el mundo

Todavía, hoy día, existe la tentación de revestir a Jesús con las expectativas nuestras. De allí hay sólo un paso para poner en marcha nuestras propias expectativas, creyendo que somos un “reflejo de la presencia viva de Jesucristo en el mundo”, y destruir lo que más amamos.

Es aquí donde el ejemplo de nuestro patrón, San Francisco de Asís nos ayuda: su afán de imitar a Jesús no tiene tanto que hacer con la radicalización de su estilo de vida, como con la radicalización de su vida de oración. Se dice que: “no era tanto un hombre de oración, sino la oración hecha hombre”.

La diferencia está precisamente en esta característica de la oración en San Francisco, este reconocer que hay un mundo más allá, donde vive el Creador, el Todopoderoso para quien nada es imposible. Y así nosotros los Siervos, mientras estamos en el mundo, estamos invitados a ser luz del mundo, una luz que emana desde el mundo venidero, y nos llena y nos ilumina a través de nuestra vida de oración. Solamente así -llenos de la luz recibida en oración- podemos nosotros iluminar el mundo a nuestro alrededor; llevando luz a las tinieblas, no tanto por nuestras obras, sino por nuestra presencia. Una presencia impregnada con los frutos de la oración, del escuchar y obedecer a la voz del Cristo vivo.

Ejemplo de Meta # 2

En la vida de San Francisco

Y el Señor me dio una fe tal en las iglesias, que oraba y decía así sencillamente: Te adoramos, Señor Jesucristo, también en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Después de esto, el Señor me dio, y me sigue dando, una fe tan grande en los sacerdotes que viven según la norma de la santa Iglesia romana, por su ordenación, que, si me viese perseguido, quiero recurrir a ellos. Y si tuviese tanta sabiduría como la que tuvo Salomón y me encontrase con algunos pobrecillos sacerdotes de este siglo, en las parroquias en que habitan no quiero predicar al margen de su voluntad. Y a estos sacerdotes y a todos los otros quiero temer, amar y honrar como a señores míos. Y no quiero advertir pecado en ellos, porque miro en ellos al Hijo de Dios y son mis señores. Y lo hago por este motivo: porque en este siglo nada veo corporalmente del mismo altísimo Hijo de Dios sino su santísimo cuerpo y santísima sangre, que ellos reciben y solo ellos administran a otros. …

Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor Papa me lo confirmó…

Y yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los otros hermanos trabajen en algún oficio compatible con la decencia. Los que no lo saben, que lo aprendan, no por la codicia de recibir la paga del trabajo sino por el ejemplo y para combatir la ociosidad. Y cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta. El Señor me reveló que dijésemos este saludo: El Señor te dé la paz…

(Extractos de “Últimas recomendaciones”).

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Meta # 3:

Su misión será pacificadora

En todo momento y su vida será

la construcción y aplicación de la paz

El único signo seguro de la presencia de Jesús es “paz”. Cualquier otro signo podría ser imitado por el enemigo, pero “la paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4, 7) es inimitable. Es exclusiva de Jesús. Sólo se experimenta la paz verdadera cuando Jesús hace acto de presencia, diciendo:“La paz sea con vosotros” (Lucas 24, 36).¡La Paz es Jesús! (Efesios 2, 14).

Jesús no solamente nos bendice con su paz, sino que nos la entrega: “mi pazos dejo, mi paz os doy” (Juan 14, 27), y nos manda que, a la vez, la entreguemos a los demás: “En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’ “ (Lucas 10, 5). Es que Jesús “vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.” (Efesios 2, 17) “A fin de…guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lucas 1, 79).

La insistencia en esta paz es tanta que San Pedro -en la casa de Cornelio- resume toda la evangelización en una frase: “Dios…ha enviado su Palabra… anunciando la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo” (Hechos 10, 34-36).

Y San Pablo se hace eco de la misma idea, diciendo: “¡En pie! pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz”(Efesios 6, 14-15).

Por esta razón nosotros, como Siervos, estamos motivados a tomar el papel de “instrumentos de la paz”, y actuar como intercesores para promocionar justicia, perdón, reconciliación, y misericordia. Porque nuestro anhelo es la construcción y la aplicación de la paz. Pues “ el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo”(Romanos 14, 17). “Procuremos, por tanto, lo que fomente la paz” (Romanos 14, 19).

Ejemplo de Meta # 3

En la vida de San Francisco

En toda predicación que hacía, antes de proponer la palabra de Dios a los presentes, les deseaba la paz, diciéndoles: “El Señor os dé la paz”. Anunciaba devotísimamente y siempre esta paz a hombres y mujeres, a los que encontraba y a quienes le buscaban. Debido a ello, muchos que rechazaban la paz y la salvación, con la ayuda de Dios abrazaron la paz de todo corazón y se convirtieron en hijos de la paz y en émulos de la salvación eterna. (Celano. Vida Primera 23)

Restablece la paz entre el obispo y el “podestá” (Alcalde) de Asís. En este mismo tiempo, el obispo de Asís excomulgó al podestá; éste, enemistado con aquél, había hecho anunciar por la ciudad de Asís que nadie podía venderle o comprarle, ni hacer con él contrato alguno. De esta forma creció el odio que mutuamente se tenían. El bienaventurado Francisco tuvo piedad de ellos, particularmente porque nadie, ni religioso ni seglar, intervenían para establecer entre ellos la paz y armonía.

Por esta circunstancia añadió esta estrofa al “Cántico del hermano sol”:

“Loado seas tú, mi Señor,

por aquellos que perdonan por tu amor

y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos

que las sufren en paz,

pues de ti, Altísimo, coronados serán”.

Después llamó a uno de sus compañeros y le dijo: “Vete donde el podestá y dile de mi parte que acuda al obispado con toda la gente que pueda reunir”.

Cuando el hermano partió, dijo a otros dos compañeros: “Id y, en presencia del obispo, del podestá y de toda la concurrencia, cantad el Cántico del hermano sol. Tengo confianza de que el Señor humillará sus corazones, y, restablecida la paz, volverán a su anterior amistad y afecto”.

Cuando todo el mundo estaba reunido, uno de los dos compañeros tomó la palabra: “El bienaventurado Francisco os pide que escuchéis con gran devoción”. Y empezaron a cantarlas. El podestá enseguida se pone en pie, junta sus brazos y manos y con gran devoción y hasta con lágrimas escucha atentamente como si fuera el Evangelio del Señor.

Al final el podestá habló al pueblo: “En verdad os digo que perdono al señor obispo, al que debo reconocer por mi señor”. Y, arrojándose a los pies del señor obispo, le dijo: “Por el amor de nuestro Señor Jesucristo, estoy dispuesto a daros por todas mis ofensas la satisfacción que deseéis”.

El obispo le tendió las manos y le levantó, diciendo: “Mi cargo exige en mí humildad, pero tengo un carácter pronto a la cólera; te pido me perdones”. Los dos se abrazaron y besaron con gran ternura y afecto. (Leyenda de Perusa 84)

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Meta # 4:

El que mucho ama es capaz de hacer grandes sacrificios por el amado.

He aquí el corazón de la identidad y la característica principal de un Siervo. El concepto de la radicalidad del amor en el servicio incondicional, a base de una profunda vida de oración.

En esta donación por amor de todo lo que somos y todo lo que tenemos, hasta la vida misma, está la esencia del Siervo:“…el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mateo 20, 26-28).

Es como si estuviésemos en una carrera al revés, en la cual, por amor a los demás y para que nadie se sienta mal, haríamos todo lo posible para que todos los demás ganen. Una carrera de amor en la cual nos esforzamos en ser los últimos, con el premio de gozar al ver a los demás ganar.

Jesús mismo lo explica mejor que nadie: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros“(Juan 15, 12-17).

Ejemplo de Meta # 4

En la vida de San Francisco

Al hermano N., ministro:

El Señor te bendiga.

Te hablo, como mejor puedo, del caso de tu alma: todas las cosas que te estorban para amar al Señor Dios y cualquiera que te ponga estorbo, se trate de hermanos u otros, aunque lleguen a azotarte, debes considerarlo como gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y cúmplelo por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia.

Y ama a los que esto te hacen. Y no pretendas de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos precisamente en esto, y, tú no exijas que sean cristianos mejores. Y que te valga esto más que vivir en un eremitorio.

Y en esto quiero conocer que amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo: si procedes así: que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido tu misericordia, si es que la busca. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí, para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de los tales.

(Carta a un Ministro 1 – 11)

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Meta # 5:

Anonadamiento

La esencia de la espiritualidad de losSiervos se encuentra en la palabra“anonadamiento”. La vocación de unSiervo es, en el fondo, aniquilarse a símismo, abatir su personalidad y opacarsu presencia para que no se note, ni se levea, sino que sea Cristo en él, mostrándoseal mundo.

No es un aniquilamiento enfermizo,buscando sufrir por sufrir. Es más bien elgrito gozoso del salmista: “¿Qué le daré alSeñor por todos los favores que me hahecho?” (Salmo 116, 2).

Es como si fuésemos transparentes ysin sombras. “Transparentes”, para queno seamos ni obstrucción ni interrupciónentre el prójimo y Cristo vivo. “Sinsombra”, porque pretendemos no tenerni peso ni volumen, ni ocupar espacioalguno; reducirnos a la nada dondenuestra misma existencia solamente seentiende en relación con el servicio a Cristovivo. El piropo que buscamos oír es:“parece que no tiene sombra”.

Nuestra llamada va mucho más alláque el “anonimato” que solamente buscaesconder nuestra identidad. Va hacia elanhelo de dejar atrás todo lo que somos, yalcanzar la meta de San Pablo: “…y no vivoyo, sino que es Cristo quien vive en mí.”(Gálatas 2, 20).

Ejemplo de Meta # 5

En la vida de San Francisco

Los predicadores

Ningún hermano predique sino conforme a las disposiciones de la santa Iglesia…

Pero todos los hermanos prediquen con las obras…

Por lo que, en la caridad que es Dios(cf. I Jn 4, 16), ruego a todos mis hermanos, predicadores, orantes, trabajadores, tanto clérigos como laicos, que procuren humillarse en todo, no gloriarse ni gozarse en sí mismos, ni exaltarse interiormente de las palabras y obras buenas; más aún, de ningún bien que Dios hace o dice y obra alguna vez en ellos y por ellos, según lo que dice el Señor: Pero no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos (Lc10, 20)…

Guardémonos, pues, todos los hermanos de toda soberbia y vanagloria; y defendámonos de la sabiduría de este mundo y de la prudencia de la carne (Rom8, 6), ya que el espíritu de la carne quiere y se esfuerza mucho por tener palabras, pero poco por tener obras, y busca no la religión y santidad en el espíritu interior, sino que quiere y desea tener una religión y santidad que aparezca exteriormente a los hombres. Y éstos son aquellos de quienes dice el Señor: “En verdad os digo, recibieron su recompensa” (Mt 6, 2). El espíritu del Señor, en cambio, quiere que la carne sea mortificada y despreciada, tenida por vil y abyecta. Y se afana por la humildad y la paciencia, y la pura y simple y verdadera paz del espíritu. Y siempre desea, más que nada, el temor divino y la divina sabiduría, y el divino amor del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Y restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de El procede. Y el mismo altísimo y sumo, solo Dios verdadero, posea, a El se le tributen y El reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y la gloria; suyo es todo bien; sólo El es bueno (cf. Lc 18, 19).

(Primera Regla, cap. XVII) en su vida.

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